En un momento en que el calentamiento global ejerce una presión implacable sobre los glaciares del planeta, el ingenio humano se despierta para hacer frente al reto del rápido deshielo de estas formaciones glaciares. Mediante iniciativas audaces y creativas, científicos e ingenieros de todo el mundo trabajan para contrarrestar las consecuencias del cambio climático. Desde la experimentación con glaciares artificiales en el proyecto Nilus, pasando por las vertiginosas alturas de Ladakh en la India, hasta el intento de recargar el glaciar Monteratsch en Suiza, estas soluciones innovadoras ilustran nuestra determinación de preservar los frágiles ecosistemas de montaña y forjar un futuro más resistente para nuestro planeta.

NILUS, un proyecto para los Andes

En el corazón de la cordillera de los Andes está surgiendo una nueva iniciativa para combatir los retos que plantean el cambio climático y la creciente escasez de agua en la región. Los glaciares de los Andes, que proporcionan una fuente crucial de agua dulce para vastas zonas, están sufriendo las devastadoras consecuencias del calentamiento global.

En este contexto crítico nació el proyecto Nilus, inspirado en el trabajo pionero del ingeniero indio Sonam Wangchuk en Ladakh (India). El proyecto Nilus, impulsado por científicos e ingenieros apasionados, está ampliando los límites de la innovación al experimentar con la creación de glaciares artificiales en el parque de las Arenas, enclavado en el corazón de esta emblemática cordillera.

Estupas de hielo a 2500 m de altitud

En Chile, a 2.500 metros de altitud, emerge una estructura de hielo azul translúcido. Con un aspecto que recuerda tanto a un monstruo como a un castillo de hielo, este audaz logro es obra del proyecto Nilus, dedicado a experimentar con glaciares artificiales en el parque Arenas, situado en plena cordillera de los Andes. Esta innovadora iniciativa, llevada a cabo desde hace más de un año por un equipo de ingenieros chilenos, pretende dar respuesta al creciente problema de la escasez de agua en verano.

El cerebro del proyecto, Joaquín Sallaberry Díaz, un apasionado ingeniero chileno, está impulsado por la determinación de encontrar soluciones innovadoras a los problemas medioambientales. Los orígenes de esta ingeniosa solución se encuentran en una remota región al otro lado del mundo: la India. Más concretamente, en la región montañosa de Ladakh, encaramada a más de 3.500 metros de altitud. Fue aquí, en 2013, donde al ingeniero indio Sonam Wangchuk se le ocurrió la innovadora idea de crear estos colosos de hielo para hacer frente a la escasez de agua que asola la región durante los meses de verano.

Stupas de glace au Chili (projet Nilus)

El concepto del proyecto Nilus se basa en principios similares a los de las estupas de hielo de Sonam Wangchuk. En invierno, cuando el agua de los arroyos de montaña es abundante pero poco utilizada, se desvía a través de tuberías subterráneas. Cuando el agua brota a la superficie, se congela instantáneamente al contacto con el aire frío, creando impresionantes cúpulas de hielo. Estos glaciares artificiales, o estupas de hielo, almacenan agua durante el invierno y la liberan gradualmente durante la estación seca para regar los cultivos.

El Parque Arenas de Chile y las altas mesetas de Ladakh, en la India, comparten una sorprendente similitud: ambos se enfrentan a los crecientes impactos del cambio climático y a sus consecuencias directas sobre los recursos hídricos. A medida que aumentan las temperaturas y retroceden los glaciares naturales, estas regiones sufren una escasez de agua cada vez más grave, que afecta a las actividades agrícolas, al suministro de agua potable y a los ecosistemas locales.

Aunque esta solución innovadora pueda parecer sencilla, su aplicación requiere un conocimiento profundo de la hidrología, las condiciones climáticas locales y las necesidades de la comunidad. Proyectos como el de Nilus en Chile ilustran la colaboración interdisciplinar necesaria para crear soluciones sostenibles a complejos retos climáticos.

El proyecto Nilus: hitos logrados

Las primeras etapas del proyecto Nilus se han visto coronadas por el éxito, con la construcción de una estructura de hielo azul translúcido de 3 metros de altura y 6 metros de longitud. Este logro atestigua la viabilidad de la idea y la capacidad de los científicos e ingenieros para adaptar este enfoque innovador a las condiciones específicas de los Andes.

Sin embargo, los retos no son pequeños. La creación de estos glaciares artificiales requiere conocimientos técnicos especializados y recursos financieros considerables. El proyecto Nilus ha superado estos retos gracias a una combinación de financiación pública y privada, así como al apasionado compromiso del equipo implicado.

Estupa de hielo creada en el marco del proyecto Nilus (Chile). ®Once Noticias

El aspecto medioambiental del proyecto también es crucial. Los glaciares artificiales tienen el potencial de mitigar los efectos del calentamiento global preservando los recursos de agua dulce y sosteniendo los frágiles ecosistemas de la región. Sin embargo, hay que tomar precauciones para minimizar el impacto en el medio ambiente local y garantizar que estas nuevas instalaciones no alteren el equilibrio natural.

El proyecto Nilus es un ejemplo inspirador de cómo la ciencia, la tecnología y la innovación pueden unirse para hacer frente a los retos medioambientales más acuciantes. A medida que los glaciares artificiales toman forma en los Andes, crece la esperanza de un futuro más resistente en una región donde los recursos de agua dulce son vitales para las comunidades locales, la agricultura y la biodiversidad.

Ladakh, la génesis de los glaciares artificiales

En el corazón de Ladakh, región montañosa del norte de la India donde el desierto ha reinado durante mucho tiempo, se está produciendo una asombrosa transformación. Ladakh, una región india encaramada a alturas vertiginosas, está sufriendo las temidas consecuencias del cambio climático: la disminución de los glaciares y un tiempo impredecible. Ladakh, antaño cubierta de abundante nieve invernal que regeneraba los glaciares, ha visto debilitado su ecosistema por el calentamiento global. Los glaciares se están reduciendo y las condiciones meteorológicas son cada vez más impredecibles, por lo que la población local tiene dificultades para regar sus campos.

Sonam Wangchuk, el ingeniero detrás de las primeras estupas de hielo

El ingeniero Sonam Wangchuk ha desarrollado una técnica innovadora para proteger las aldeas del Himalaya de los efectos nocivos del calentamiento global. A medida que los efectos del cambio climático se intensifican en todo el planeta, ni siquiera los habitantes de la región montañosa más alta del mundo se libran de ellos. De hecho, según las alarmantes previsiones, dos tercios de los glaciares del Himalaya podrían desaparecer a finales de siglo si las emisiones de gases de efecto invernadero mantienen su trayectoria actual.

Kulum, un pueblo abandonado por sus habitantes

El Himalaya se enfrenta a la grave amenaza del calentamiento global, que ya ha empezado a perturbar la vida cotidiana de muchas de las aldeas remotas de la región. Un ejemplo sorprendente es Kulum, una pequeña aldea encaramada a 4.000 metros de altitud, con sólo 11 casas. Los pueblos de Ladakh, bordeados de campos de trigo, cebada y hortalizas, están rodeados de nevadas y glaciares que proporcionan el agua necesaria para la agricultura. Sin embargo, el aumento de las temperaturas ha provocado un rápido agotamiento de estos recursos hídricos, causando la desertización de Kulum. Hace siete años, Kulum sufrió escasez de agua durante la temporada agrícola de abril y mayo, lo que provocó la pérdida de cosechas vitales para el pueblo. Como consecuencia, la mayoría de los habitantes tuvieron que abandonar la zona en busca de mejores oportunidades en las ciudades cercanas. Sólo queda una familia en Kulum, lo que demuestra el impacto irreversible del cambio climático en estas comunidades remotas.

Ante esta crisis, Sonam Wangchuk, un visionario ingeniero e inventor de la región, ideó una solución que combina ingenio y armonía con la naturaleza: las estupas de hielo. El principio es sencillo pero revolucionario: desviar el agua de los arroyos de alta montaña durante el invierno, cuando es abundante pero no se utiliza, para crear glaciares artificiales. Estos se forman canalizando el agua a través de tuberías subterráneas, donde brota como una fuente e inmediatamente se congela al contacto con el aire. El hielo se acumula gradualmente hasta formar enormes conos de hielo, conocidos como «estupas de hielo». Estas estructuras almacenan el agua hasta la primavera, cuando se disuelven lentamente, liberando la preciada agua para regar los cultivos.

Aldea de Phyang, en Ladakh. Estupa de hielo de 16 millones de m3.
®Nadia Ferroukhi y Hans Lucas

En 2015, gracias a una campaña de crowdfunding que recaudó 125.000 dólares, construyó la primera «estupa de hielo», una estructura de hielo de casi 20 metros de altura. Este glaciar artificial, creado mediante la canalización de arroyos de montaña, es un faro de esperanza para los agricultores locales. Los chorros de agua, parecidos a géiseres, se elevan abriéndose paso a través de un cono de hielo. La estupa está diseñada para permanecer congelada hasta que los primeros rayos del sol primaveral derritan el hielo, alimentando los campos.

Con un método tan sencillo como revolucionario, estos glaciares artificiales se crean cada invierno en 12 pueblos afectados por la desertización, entre ellos Kulum. El proceso consiste en desviar el agua de los arroyos de gran altitud entre noviembre y marzo, y hacerla pasar por tuberías situadas más abajo. En esta etapa, el agua brota en una fuente y se congela al contacto con el aire frío, formando un cono de hielo que actúa como un gigantesco depósito de agua.

El prototipo inicial de Wangchuk se derritió en abril de 2017, liberando agua que regó con éxito los nuevos álamos plantados en los campos. Cuando los glaciares naturales empezaron a derretirse en junio, la estupa de hielo prácticamente había desaparecido, habiendo cumplido su misión estacional.

Estas esculturas de hielo, erigidas a altitudes de entre 3.200 y 4.300 metros, pueden alcanzar alturas de hasta 40 metros y almacenar hasta 9 millones de litros de agua. Los aldeanos celebran estas estructuras, que llaman cariñosamente «estupas de hielo», decorándolas con banderas de oración, inspiradas en la forma de los monumentos budistas. Desde entonces, Wangchuk ha proseguido sus esfuerzos construyendo otras 50 estupas de hielo.

Cada estructura suministra casi 10 millones de litros de agua al año, suficientes para regar 10 hectáreas de tierra.

Este innovador proyecto ha traspasado fronteras y conquistado el mundo. En 2022, Wangchuk construyó la primera estupa de hielo de Europa en los Alpes suizos, y este año aborda la renovación de un lago glaciar en la India para evitar inundaciones destructivas.

Los logros de Wangchuk no se limitan a la ingeniería. En 2016 ganó el prestigioso Premio Rolex por su labor innovadora. Los fondos del premio se invirtieron en la creación de una universidad de investigación panhimalaya, diseñada para abordar los problemas medioambientales de la región.

Jóvenes estudiantes ante una estupa de hielo (India). Fuente : National Geographic ®Ciril Jazbec

Glaciares artificiales: una innovación tecnológica y cultural

Esta innovación no es sólo tecnológica, sino también cultural. Wangchuk ha bautizado estos glaciares artificiales como «estupas de hielo» en homenaje a la arquitectura de los monumentos budistas, reforzando su vínculo con la espiritualidad y las tradiciones locales de Ladakh.

Sonam Wangchuk señala que estos glaciares artificiales no siempre son suficientes para satisfacer las necesidades de agua de las aldeas. Además, la desertización no es sólo el resultado de la falta de riego. En su opinión, la agricultura de la región en su conjunto está amenazada. Para proporcionar fuentes de ingresos alternativas a los habitantes, Wangchuk planea desarrollar el turismo en torno a las estupas de hielo y abrir casas de huéspedes en los pueblos.

Actividades turísticas relacionadas con las estupas de hielo

Las primeras fases de este plan de desarrollo turístico ya están en marcha, con la organización de un festival de invierno que incluye actividades como la escalada en paredes de hielo y la creación de cafés iglú. Se espera que estas iniciativas puedan invertir el proceso de desertización ofreciendo nuevas oportunidades económicas y preservando al mismo tiempo la cultura y el modo de vida únicos de la región.

En Suiza, el glaciar de Monteratsch es el telón de fondo de un audaz experimento.

Siguiendo los pasos de Chile y la India, atrevidos científicos de Pontresina y Samedan, en los Grisones, se embarcan en un intento radical de salvar al glaciar de Monteratsch de su aciago destino. El glaciar de Monteratsch, que ya ha perdido casi 3 km de longitud desde el siglo XIX, es emblemático del impacto del calentamiento global en las formaciones glaciares. Este equipo de investigadores suizos y holandeses ha tenido una idea audaz para intentar invertir esta alarmante tendencia: crear nieve artificial a partir del agua de deshielo para recargar el glaciar.

Glaciar de Monteratsch, Suiza.

Detrás de esta innovadora iniciativa se encuentran dos eminentes glaciólogos, Felix Keller, de Suiza, y Johannes Oerlemans, de los Países Bajos.

Su ambicioso objetivo es contrarrestar el rápido deshielo del glaciar mediante la reinyección artificial de nieve, reconstituida a partir del agua de deshielo del glaciar, una vez llegado el invierno.

La idea puede parecer audaz, incluso una tirita temporal en una herida profunda. Sin embargo, el proyecto refleja la determinación de los científicos de explorar todas las vías posibles para salvaguardar estas formaciones glaciares cruciales. El proceso propuesto consiste en capturar el agua de deshielo del glaciar, que de otro modo se perdería, y transformarla en nieve. Esta nieve se almacenaría durante el verano para cubrir el glaciar en los meses de invierno.

La naturaleza poco tecnológica del proyecto es tan impresionante como su visión global. El equipo pretende utilizar métodos sencillos y accesibles para producir nieve artificial, evitando la complejidad de las tecnologías sofisticadas. Este planteamiento permitiría una aplicación más rápida y rentable.

Proyecto de innivación en el glaciar Morteratsch.
©Academia Engiadina

La experiencia combinada de Keller y Oerlemans confiere legitimidad científica al proyecto. Felix Keller, natural de Engadina e investigador de la Academia Engiadina, aporta una perspectiva local y un profundo conocimiento de los problemas específicos de los glaciares suizos. Johannes Oerlemans, distinguido climatólogo y ganador de varios premios prestigiosos, ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de las complejas interacciones entre los glaciares y el cambio climático. Su Premio Balzan 2022, considerado la antesala del Premio Nobel, da fe del alcance de sus contribuciones.

Aunque el proyecto es radical, suscita una esperanza palpable entre los ecologistas y los apasionados de la conservación de los glaciares. El equipo es consciente de los retos que tiene por delante, como la viabilidad técnica y el impacto potencial en el ecosistema. Sin embargo, la audacia de la idea y la determinación del equipo son testimonio de la urgencia de encontrar soluciones creativas a la crisis climática.

El glaciar de Monteratsch, telón de fondo de este audaz experimento, podría convertirse pronto en un laboratorio viviente de resiliencia ante los retos del cambio climático. Mientras el mundo observa esta iniciativa con embelesada atención, el proyecto ilustra la determinación de la ciencia para explorar formas nuevas e innovadoras de proteger nuestro medio ambiente y nuestros frágiles ecosistemas.