Cuando nos vamos a la nieve a esquiar, hacer snowboard o simplemente a disfrutar de los paisajes es importante protegerse la piel del sol con cremas solares, en especial es importante proteger la piel de los niños y bebés con cremas solares específicas.
¿Cómo funcionan las cremas solares y qué factor hay que usar?
Todas las cremas solares tienen un número que nos indica el factor de protección solar (FPS o SPF en inglés). Ese número nos informa de cuánto tiempo podemos estar protegidos al sol. Pero la creencia popular de que si el FPS es 20 podemos estar expuestos al sol 20 minutos y si es de 50, 50 minutos, es falsa.
El número que nos indica el FPS hay que multiplicarlo por los minutos que tu piel es capaz de estar al sol sin quemarse. Esto depende de muchos factores, ya no solo propios como el tipo de piel, las características de la pigmentación de la piel, los ojos, el cabello, la capacidad para adquirir un bronceado y la melanina que produzca cada uno, sino también de factores externos como la hora del día, la época del año o el lugar en el que nos encontremos porque como sabéis en la nieve, por ejemplo, los rayos del sol se reflejan y sus quemaduras pueden ser peores. Entonces si tu piel, por ejemplo, es capaz de estar 15 minutos al sol sin quemarse, hay que multiplicar 15 por el número del FPS.
Para los bebés y niños 0 a 5 años hay que utilizar un protector solar con una protección muy alta (SPF 50+) y específica para niños. Entre los 6 y 10 años se puede reducir el factor de protección solar, pero siempre ha de ser alto (SPF30) o muy alto (SPF 50+).
¿Por qué los niños necesitan una crema solar especial para ellos?
La piel de un niño o un bebé no produce tanta cantidad de melanina, sudoración o defensas como la de un adulto. Precisamente por eso, son más vulnerables a los rayos del sol y a la absorción de las sustancias químicas que contienen algunas cremas solares para niños y que como podrás leer más abajo hay que tener en cuenta a la hora de elegir un protector solar u otro para evitar posibles reacciones alérgicas.
En la población existen diferentes fototipos individuales de cada persona, lo que hace que no todos seamos iguales frente al sol. De ellos dependen la sensibilidad de las personas a la radiación ultravioleta y formación de eritema solar (enrojecimiento).
Por ejemplo, los bebés menores de 6 meses hay que evitar ponerlos al sol ya sea invierno o verano, estemos en la nieve o en la playa. A partir de los 6 meses los niños ya tienen que empezar a disfrutar del sol y beneficiarse de la vitamina D que este nos proporciona. De los 6 meses a los 3 años, hay que ponerles un factor de protección solar específico para niños.
Tipos de fotoprotección
Es importante leerse las etiquetas para saber los ingredientes que contienen las cremas solares. Existen dos tipos de filtros que nos protegen de las quemaduras del sol, los filtros químicos u orgánicos y los filtros físicos o minerales.
Por un lado, los filtros químicos u orgánicos son unas sustancias que contienen las cremas solares y que aplicadas en la piel absorben los fotones de la luz solar, a través de reacciones fotoquímicas, y los modifica para que la piel no se vea perjudicada y es lo que hace que no nos quememos. Algunos ejemplos de filtros químicos son Mexoryl, Octyl-metroxycinnamat o Tinorsob.
Por otro lado, están las cremas solares con filtros físicos o minerales, inorgánicos. Son más naturales y son las recomendadas para los niños y los bebés porque son menos agresivas para la piel por lo que las posibilidades de reducir una reacción alérgica se reducen hasta casi la inexistencia. Los filtros minerales son sustancias inertes que aplicadas en la piel reflejan la luz solar como un espejo y que, a diferencia de los anteriores, no absorben la radiación.
Son cremas solares mucho más efectivas en cuanto a la protección porque protegen todo el espectro solar, pero son menos cosméticas porque dejan una capa blanquecina sobre la piel. Hoy en día, existen pigmentos micronizados que hacen que dejen menos blancos. Esos pigmentos sí los absorbe en cierta medida la piel, pero como la cantidad es minúscula, sigue sin haber riesgo de alergia. De hecho, la cantidad que contienen es tan ínfima que aparecen en las etiquetas con el nombre de nano. Algunos ejemplos de filtros físicos son el óxido de zinc y de hierro, dióxido de titanio, la mica, caolín o talco.
Hasta los 3 años lo ideal sería usar una crema solar para niños de alta protección (SPF 50+) con filtros físicos naturales ya que la piel de los bebés tiene pocas defensas y es más propensa a absorber cualquier sustancia que le apliquemos. A partir de los 3 años, se recomienda que se usen cremas solares que mezclen filtros físicos y químicos.
Consejos sobre las cremas solares para niños y bebés
En primer lugar, antes de ponerle la crema al bebé en todo el cuerpo pruébala en una zona pequeña de la piel del niño por si algún componente pudiera causarle alguna irritación o reacción alérgica.
En segundo lugar, aplica la crema 30 minutos antes de la exposición al sol y repite la operación cada dos o tres horas.
Por último, no es conveniente usar cremas del año pasado ya que la capacidad de protección del producto no está garantizada suponiendo esto un mayor riesgo para la piel.