A poco más de 37 grados de latitud, Sierra Nevada se puede considerar como el macizo más meridional de Europa en haber albergado glaciares. De estos queda una reliquia en el Corral del Veleta, su glaciar rocoso.
En busca de restos glaciares al sur de la Península, Obermaier (1916) realizó el primer estudio de importancia sobre glaciares en Sierra Nevada.
En él situó distintos glaciares del Período Cuaternario en las cumbres de la Sierra, en cubetas como la del Mulhacén, Veleta, Lanjarón o Monachil. Estableció una altitud mínima para estos de 1900 metros en la vertiente norte y 2100 metros en la vertiente sur. Comenta, además, que la Sierra alberga un glaciar residual procedente de la Pequeña Edad de Hielo, que en su frente tiene paredes de hasta 6 m de altura.
Ilustración 1: Glaciares de la Vertiente Norte de Sierra Nevada, según Obermaier (1916)
Glaciares de Sierra Nevada
Para corroborar la existencia de glaciarismo en Sierra Nevada, nos podemos remontar en los textos. Debido a que la Sierra es visible desde la ciudad de Granada encontramos citas como la de Murillo Valverde en 1752: “La Sierra Nevada está entre Granada y el Mar Mediterráneo: llámase así, porque nunca le falta nieve en lo que llaman el Picacho del Veleta. Hay tanta abundancia en lo más riguroso de el Estio, como en lo más helado del Invierno”.
Y es que no hay que olvidar que, en el pasado, las montañas eran proveedoras de hielo y nieve para las ciudades, ya fuera acumulada en neveros o bien almacenada en pozos de nieve. En la época estival se utilizaba para enfriar alimentos y bebidas así como para usos medicinales.
Esto también se aplica a Sierra Nevada, como relata Fernández Navarrete en 1734: “Allí hizo la naturaleza un pozo perpetuo, de donde se provee todo el año de nieve no solo una ciudad tan populosa, sino que se lleva de allí para otras partes de Andalucía sin que hay miedo de que jamás se acabe”.
El glaciar del Veleta, del que hablaba Obermaier a principios del Siglo XX, debió desaparecer a mediados de siglo, según el Doctor A. Gómez Ortiz, geógrafo y catedrático de la Universidad de Barcelona.
Este glaciar vio reducido su tamaño hasta que los restos del hielo “fósil” que se debían remontar al período de la Pequeña Edad de Hielo dejaron de desplazarse.
Y es que la reducción de tamaño que han experimentado las masas de hielo desde mediados del siglo XVIII es evidente y se puede corroborar en otras cordilleras como los Pirineos o los Alpes.
Este retroceso glaciar deja como consecuencia vestigios como las Lagunas Glaciares. Estas se forman debido a los materiales depositados en el extremo inferior del glaciar, tras ser transportados por el hielo. Actualmente hay un total de 74 lagunas glaciares en la Sierra, las cuales pueden identificarse en www.lagunasdesierranevada.es, un proyecto participativo que trata de llevar un seguimiento fotográfico de la evolución de las Lagunas y su afección por el cambio climático.
Ilustración 2: Panorámica del Corral del Veleta (Bilde, 1893)
La segunda mitad del siglo XX, especialmente los años 70 y 80, fueron especialmente fríos y nivosos. Por esta razón, solían quedar muchos neveros durante el verano.
Esto se puede comprobar ya que entre 1966 y 1999 (año en que se declaró el Parque Nacional de Sierra Nevada), estuvo abierta la carretera más alta de Europa. Esta pasaba justo al lado de la cima del Veleta y cruzaba hasta Capileira, y apenas era transitable un par de meses al año.
Ilustración 3: Carretera del Veleta. Finales de Agosto de 1988, L. Alonso Rodríguez
Y no fue hasta el año 1995, debido a un período extremo de sequía seguido de un verano muy caluroso cuando, por primera vez, desapareció el nevero perpetuo que cubría el antiguo glaciar.
Ya se barajaba que debido a algún posible desprendimiento, quedarán restos de hielo glaciar cubiertos bajo la superficie. Por ello, cuando la zona quedó libre de nieve por primera vez, los científicos accedieron a la zona para corroborar su teoría.
La primera medición de temperatura consta del 18 de julio de 1995, a las 13 horas. El resultado reflejó una temperatura de 19,5 ºC a 1,5 metros en el exterior y de 0,1 ºC a 0,5 metros en el interior de la superficie. Esto confirmaba la presencia de hielo en el interior de la tierra.
Durante los siguientes años se instalaron equipos de medición de temperatura así como de desplazamiento del glaciar. Entre 1995 y 1999 el movimiento de este fue de entre 1 y 5 cm anuales. Mientras que entre 2001 y 2007, se desplazó un total de 75 cm.
En 2008 un nuevo estudio de Gómez Ortiz establece las dimensiones exactas del glaciar de Sierra Nevada. A una altitud media de 3106 metros, con 129 metros de longitud y 8 metros de espesor; para abarcar una superficie total de 4860 m2.
Ilustración 4: Temperaturas Medias Anuales a distintas profundidades y número de días con temperaturas positivas (2002-2007)
En el último trabajo de Gómez Ortiz, del 2014, se estima que se produjo una pérdida total de 10 metros de espesor entre 1998 y 2009. Junto a esta, el glaciar había pasado de encontrarse a 1,5 metros de la superficie a estar a 2. Por último, se comienza a observar una partición en la masa interna del glaciar.
Tras un seguimiento de más de 10 años del glaciar es evidente que en años buenos en cuanto a neveros como 2010, 2011 o 2013, las pérdidas son mínimas o nulas, mientras que en años secos y calurosos como 2003 y 2005, el glaciar sufre una gran pérdida de volumen. Por ello es fundamental la supervivencia de neveros para la conservación de este glaciar.
Ilustración 5: Evolución de la Cobertura nivosa en el corral del Veleta, Gómez Ortiz
Y es que estos glaciares rocosos aún están en período de estudio y no se conoce muy bien su funcionamiento.
Por técnicas de fotointerpretación y estudio morfológico en Sierra Nevada se han identificado hasta 36 glaciares rocosos procedentes del período cuaternario y que desaparecieron hace más de 5000 años. De todos estos, solo el glaciar del Veleta se pudo formar durante la Pequeña Edad de Hielo, ya que se trataba del circo mejor preparado para ello.
La función de protección de la pared del Veleta así como el aporte de clastos y materia rocosa hacen una función de “amortiguador térmico”, alejando el hielo del calor de la superficie. Aún así, con la tendencia de estos últimos años y la cada vez más evidente falta de neveros en años consecutivos la desaparición de este relicto glaciar se puede producir en un corto período de tiempo.
Referencias (scholar Google):
- Obermaier 1916
- Gómez Ortiz Varios (1999, 2003, 2008, 2011, 2014)