El 2018 ha comenzado fuerte. Las borrascas se encadenan y las precipitaciones en forma de lluvia y nieve, están siendo protagonistas en gran parte de Europa. Las bajas temperaturas han facilitado nevadas a baja altitud, dejando preciosas estampas blancas en lugares donde ver la nieve, no es tan común.
Las precipitaciones continúan, según la información aportada por la portavoz de AEMET, Ana Casals en declaraciones a Europa Press: «llegará un frente tras otro, aunque el viernes será un día de transición la lluvia y la nieve estarán presentes». El miércoles se espera que la cota de nieve se sitúe entre los 800 y los 1.100 metros al principio del día y subirá en las horas centrales hasta los 1.200 metros. El descenso de las temperaturas caída la noche, provocará que la cota de nieve descienda hasta los 800 metros de altitud.
La cota de nieve del viernes estará en torno a los 1.400 metros de altitud en el tercio norte de España y en Francia se esperan copiosas nevadas debido al frente noreste que dejará generosas nevadas en los distintos macizos montañosos del país galo.

Las cotas de nieve irán descendiendo hasta situarse en los 500/800 m. en la mitad noroeste peninsular y en torno a los 700/1000 metros en el resto.

Durante el fin de semana pueden acumularse más de 60 cm de nieve en zonas de montaña y más de 15-20 cm en zonas próximas según AEMET.

Las nevadas serán abundantes en Pirineos y Alpes

Las nevadas han dejado espesores de nieve relevantes en Pirineos y en Alpes, cabe destacar las acumulaciones de nieve en Baqueira Beret (180cm), Astún (140cm), Peyragudes (150cm), Luchon (180cm), Châtel (150cm), Val d´Allos (190cm) y batiendo records Montgenevre (255cm) con más de dos metros y medio de nieve a 2700 metros de altitud.
Las consecución de frentes y las bajas temperaturas, denominados como «olas de frío» se reproducen cada invierno en mayor o menos medida en Europa.

Para ser considerado como tal, el frente debe durar al menos tres días seguidos y que el 10% de las temperaturas, sean un 5% más bajas que la media.

 

Las olas de frío más relevantes desde 1975

AEMET publicó el siguiente gráfico, en el cual analizaba desde 1975 los frentes fríos vividos en España, en función de los episodios, el números de días que duraba la ola de frío y la duración de la ola de frío más larga de cada invierno:
Imagen: AEMET. Enlace a Estudio completo de las Olas de frío desde 1975
A destacar las largas olas de frío vividas en 1956, con temperaturas mínimas de -24ºC en Candanchú y -18ºC en Navacerrada. Las temperaturas también descendieron en gran parte de la geografía en 1980-1981-1982-1983-1985 que no se volvieron a vivir en España hasta el año 2001. Nada que pueda igualar las temperaturas mínimas vividas el 3 de enero de 1945 con temperaturas de -21.2ºC.

Cuando el frío es extremo, nieva menos

El frío normalmente va asociado a la nieve en la mente de todos, pero no es así obligatoriamente. Cuando el frío es extremo, se generan pocas precipitaciones y no son generalizadas, contradiciendo la idea de a más frío, más nevadas. La explicación, de forma simplificada, es que la irrupción de un frente frío, traerá nieve o no en función de diversos factores, pero destaca el origen y posterior irrupción del frente frío. Cuando proviene de zonas continentales, y tanto en el origen como en su recorrido no se cargan de humedad, no generan precipitaciones relevantes de nieve.
En función del la curva de la temperatura y la mezcla de saturación (g/kg), entre otros factores, aumenta o disminuye la capacidad del aire de mantener vapor de agua. En resumen, se observa que cuando el aire se enfría y pasa a temperaturas negativas, a partir de -10 ºC, las nevadas son poco significativas al disminuir la capacidad del aire de almacenar humedad. A destacar, que si la temperatura desciende de los -40 ºC la precipitación es prácticamente imposible.

¿Qué condiciones son ideales para que haya precipitaciones en forma de nieve?

El principal requisito, será que el aire sea enfriado por debajo de la temperatura de saturación del hielo en la nube, para ello la nevada ideal puede ser cuando el aire muy frío y seco, recibe humedad y precipitación de otro agente atmosférico diferente situado a mayor altitud. Igualmente, si el aire existente entre la nube que precipita y el suelo, no dispone de humedad el copo de nieve desaparecerá y a la inversa, si el aire que encuentran tiene humedad o se ha humedecido por advección vertical y horizontal, el copo irá aumentando de tamaño, hasta llegar al suelo. Otro factor relevante a considerar ante las nevadas, son las convergencias locales que permiten hasta con dos grados positivos, precipitaciones en forma de nieve.
Sí, existen lugares privilegiados que reciben más nieve que otros por sus localización, características específicas y microclima. Dado que la mayoría de los fenómenos meteorológicos ocurren en la troposfera ( capa inferior de la atmósfera), destacando por ser la que acumula el mayor porcentaje de vapor de agua y tiene una altura que supera los 10 kilómetros (donde limita con la Estratosfera) y el aire más frío esta en la parte superior, todos los frentes que atraviesan esos 10 kilómetros, interactuarán entre ellos. Los microclimas en montaña, generan precipitaciones en forma de nieve en colaboración con las bajas temperaturas y las precipitaciones.
También, los frentes fríos que llegan rápido, con fuertes vientos y cargados de humedad, al atravesar grandes zonas donde existe agua acumulada, como los grandes lagos o embalses se saturan al máximo hasta precipitar en forma de copo de nieve. La molécula de agua, es la que dicta la simetría del copo de nieve hexagonal que precipitará sobre la superficie.
Como sabéis, la molécula de agua es el H2O, pero algo que menos gente sabe es que la forma de la molécula es un perfecto triángulo equilátero, al que se van uniendo otros cristales con características fractales, formando seis triángulos y manteniendo su simetría hexagonal que tanto nos atrae y que tanto vinculamos con el invierno y el frío cuando existe supersaturación (g/m3). Fueron esas formas simétricas de los copos de nieve, las que tanto fascinaron al fotógrafo Wilson Bentley, llegando a publicar en 1931 el libro «Los cristales de nieve» que contaba con 2400 imágenes de copos de nieve diferentes. En la época, representó una pasión letal, dado que poco después de la publicación murió de neumonía.
Imagen: Kenneth Libbrecht

Otro dilema para todos los aficionados a la nieve, es conocer los espesores del manto blanco en las estaciones de esquí y en la montaña. Lo cierto, es que la precipitación en forma de nieve, es relativamente sencilla medirla sin viento, pero si el Dios Eolos entra en escena, la medición es mucho más compleja.

La principal barrera es la falta de efectividad de los pluviómetros para medir la precipitación en forma de nieve en situaciones de viento, dado que este último puede deflectar el copo de nieve impidiendo entrar en su interior (Rasmussen et al., 2012).
Para evitar este problema, se han desarrollado otros sistemas de medición más precisos, como el DFAR situado en Formigal-Sarrios a 1800 mts de altitud, con un pluviómetro de pesada y un disdómetro, en el interior de la estructura de madera. Una instalación pionera en Pirineos que, a pesar de estar en pruebas, permite medir con precisión las nevadas a pesar de que existan condiciones de viento extremas.
Para la elaboración de este artículo se han utilizado las siguientes fuentes: